Cuando duermes con alguien por primera vez, sin darte cuenta abres como una especie de caja de truenos que no deja de joderte todas y cada una de las noches, recordándote lo grande que es tu cama y te vuelves irremediablemente idiota prefiriendo la incomodidad de un espacio reducido, encajando cada parte de tu cuerpo con el de tu acompañante.
La almohada y las sábanas se vuelven inservibles si no tienes con quién pelearte por ellas..
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